El reino de la libertad se hace posible
Tres factores han impedido una sociedad más democrática:
Tres factores han impedido una sociedad más democrática:
1. Los intereses de explotación de las elites;
2. la falta de tecnología productiva;
3. el desconocimiento de las variables que determinan la evolución de la sociedad.
La superación del primer factor es un problema de poder; la del segundo es, básicamente, un problema del pasado, resuelto por el avance científico-tecnológico, y la del tercero se encuentra en vías de solución, al comprenderse cada vez más a la sociedad y a su elemento esencial, el ser humano.
El conocimiento científico sobre el ser humano. Los intentos históricos de construir sociedades más justas han sido, en cierto sentido, intentos contra el sentido común. Sin conocer científicamente el elemento constructivo principal, el ser humano, la voluntad de fundar una sociedad justa equivalía a querer construir el techo de un edificio (una superestructura), antes de tener sus fundamentos y paredes. No hubo, por supuesto, otro camino posible. Ante la ignorancia sobre “la naturaleza humana”, los buenos deseos, las especulaciones metafísicas y religiosas y, en lo metodológico, los pasos del “ensayo y error” tuvieron que suplantar bases más firmes de la evolución consciente y planeada de la sociedad. Pese a este camino artesanal del progreso, limitado a la sabiduría de la experiencia empírica y a sólo un paso del pensamiento “salvaje”, los últimos milenios han visto avances considerables en muchos aspectos de la existencia humana. Hoy, sin embargo, puede abordarse la tarea con mayor eficiencia, realismo y optimismo que en cualquier otro momento del pasado, porque empezamos a entender sistemáticamente los dos elementos claves del enigma humano: su genoma y su sistema neuronal.
El conocimiento científico sobre el ser humano. Los intentos históricos de construir sociedades más justas han sido, en cierto sentido, intentos contra el sentido común. Sin conocer científicamente el elemento constructivo principal, el ser humano, la voluntad de fundar una sociedad justa equivalía a querer construir el techo de un edificio (una superestructura), antes de tener sus fundamentos y paredes. No hubo, por supuesto, otro camino posible. Ante la ignorancia sobre “la naturaleza humana”, los buenos deseos, las especulaciones metafísicas y religiosas y, en lo metodológico, los pasos del “ensayo y error” tuvieron que suplantar bases más firmes de la evolución consciente y planeada de la sociedad. Pese a este camino artesanal del progreso, limitado a la sabiduría de la experiencia empírica y a sólo un paso del pensamiento “salvaje”, los últimos milenios han visto avances considerables en muchos aspectos de la existencia humana. Hoy, sin embargo, puede abordarse la tarea con mayor eficiencia, realismo y optimismo que en cualquier otro momento del pasado, porque empezamos a entender sistemáticamente los dos elementos claves del enigma humano: su genoma y su sistema neuronal.
La decodificación del genoma proporciona la llave para conocer los potenciales biológicos de la evolución humana. Con este conocimiento se aclararán las posibilidades y límites de la influencia cultural sobre estos potenciales. El conocimiento objetivo de la interacción entre la naturaleza biológica del ser humano y su entorno social darán las bases epistemológicas para la nueva sociedad. Hasta ahora, la escala de interpretaciones de “lo que es el hombre” oscilaba entre la visión horrorífica del homo homini lupus de Hobbes y las ilusiones paternalistas del “buen salvaje” de Rousseau, sin posibilidad de fundamentar científicamente la condición humana.
Tal situación está cambiando a pasos acelerados. La biología molecular ha terminado ya el registro del mapa genético, identificando el lugar y la cantidad de genes en los cromosomas. Este avance es comparable al registro de un libro, con todas sus páginas (cromosomas) y todos los renglones (genes). Falta el segundo paso, que es la identificación del “significado” de cada frase en este “libro”, es decir, la decodificación de las funciones de cada gen dentro de las células humanas.
El segundo sistema constitutivo de la praxis humana es el sistema neuronal. En este sistema confluyen los efectos del ADN biológico y del “ADN” histórico, es decir, el conjunto de los efectos culturales que socializan y guían a un individuo dentro de una sociedad. El cerebro y, sobre todo, la identidad, es un sistema de realidad virtual, que analiza la información interna (de la persona) y la que procede del entorno, para diseñar estrategias de sobrevivencia para el sujeto. En la medida en que entendamos científicamente cómo funciona este sistema, su comprensión en términos nebulosos (cualitativos) —como humor, depresión, memoria, trauma, inteligencia, etcétera— cederá el lugar al conocimiento objetivo de sus potenciales y límites, proporcionando las bases para un planteamiento realista sobre las posibilidades de la sociedad futura.
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Me encanta este Blog porque da una perspectiva historica del ser humano desde sus origenes.
Para mi el conocimiento cientifico del ser humano es un tema complejo e infinito, ya que aunque la ciencia en su maravilloso desarrollo explique muchas de las facultades humanas, no alcanza a describir la totalidad del poder infinito de creacion dentro de nosotros.
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Claudia U. Roberson
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