Ver Indice del Libro "El socialismo del Siglo XXI"
Sin embargo, no pudieron hacer lo mismo con el segundo polo del problema: la lógica de la economía de mercado. No dejaron un programa concreto de una economía socialista, por la simple razón, de que ni el conocimiento científico ni el avance de las fuerzas productivas lo permitieron.
La teoría del valor, que es la esencia de la economía política de Marx y Engels, había determinado correctamente, siguiendo a Ricardo, el valor objetivo del producto en la cantidad promedia de trabajo abstracto, invertido en la producción de una mercancía. Pero no existieron las computadoras ni la matemática avanzada para calcular en la práctica el valor de un producto. El teorema vital de una economía cualitativamente diferente a la del mercado, no se pudo convertir en la base operativa de una economía real. Es por eso, que todas las economías de los países socialistas se han basado en cálculos de unidades monetarias —generalmente orientados en los precios del mercado mundial— y no en unidades de cantidades de trabajo abstracto. Y, por lo tanto, el intercambio de productos tampoco pudo realizarse en términos de equi-valencias —equidad de valores—, sino en términos de equi-precios —equidad de precios.
Sin embargo, no pudieron hacer lo mismo con el segundo polo del problema: la lógica de la economía de mercado. No dejaron un programa concreto de una economía socialista, por la simple razón, de que ni el conocimiento científico ni el avance de las fuerzas productivas lo permitieron.
La teoría del valor, que es la esencia de la economía política de Marx y Engels, había determinado correctamente, siguiendo a Ricardo, el valor objetivo del producto en la cantidad promedia de trabajo abstracto, invertido en la producción de una mercancía. Pero no existieron las computadoras ni la matemática avanzada para calcular en la práctica el valor de un producto. El teorema vital de una economía cualitativamente diferente a la del mercado, no se pudo convertir en la base operativa de una economía real. Es por eso, que todas las economías de los países socialistas se han basado en cálculos de unidades monetarias —generalmente orientados en los precios del mercado mundial— y no en unidades de cantidades de trabajo abstracto. Y, por lo tanto, el intercambio de productos tampoco pudo realizarse en términos de equi-valencias —equidad de valores—, sino en términos de equi-precios —equidad de precios.
Esa incapacidad objetiva de fundamentar la economía de la nueva sociedad sobre una base cualitativamente diferente a la de la economía nacional de mercado, hizo imposible el salto cuántico del sistema y permitió la involución de la Unión Soviética. Apenas hoy, el problema matemáticooperativo se resuelve a través del genio de Arno Peters que tendrá el mérito histórico-científico de haber aportado el eslabón faltante (missing link) en la cadena de evolución hacia la sociedad sin clases.
A continuación las reflexiones de Peters sobre esta problemática:
¿Existía una economía equivalente en los países comunistas? [...] Mediante la socialización de los medios de producción fue posible que, como economía dirigida, lograra cubrir las necesidades básicas de la gente. El derecho al trabajo fue garantizado como derecho constitucional. La moderación ocupó el lugar de la insaciabilidad de la economía de mercado. La ganancia perdió su fundamento con la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. La vida de cada individuo alcanzó la garantía existencial y una perspectiva para el futuro. La diferencia de ingresos se redujo de una proporción, de uno a más de un millón, a una proporción de menos de uno a diez.
[...] Todos estos fueron enormes avances históricos. ¿Pero será que por eso la economía dirigida comunista ya era equivalente?
Ahí, los precios de los productos no eran equivalentes a su valor; por lo tanto, no estaban fijados por el tiempo laborado, contenido en ellos. Los salarios no equivalían a los valores que los trabajadores habían agregado a los productos. Quiere decir, que la economía en los países comunistas no era equivalente. De este modo, la explotación de los hombres a través de sus prójimos [...], sólo se había erradicado según las categorías de Marx, pero no en la realidad. Para
Marx, explotación era “la apropiación gratuita del producto de trabajo ajeno (trabajo excedente)
sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción”. Pero: si la explotación
estuviera sujeta a la propiedad de los medios de producción, entonces, los managers, los médicosjefes y los directores de banco (como no-propietarios de medios de producción, que sólo viven a base de la venta de su fuerza laboral), formarían parte de los explotados; por el contrario, los campesinos y albañiles, como propietarios de sus medios de producción, no serían explotados, y si empleaban a un ayudante o peón por salario, serían explotadores. En los países comunistas, la explotación de los hombres por sus prójimos se había reducido a la diferencia en su nivel de sueldos. Cabe preguntarse entonces, ¿cuál es la relación entre el salario y el valor proporcionado por el trabajador, es decir, el tiempo laborado?
Ocho años después de la muerte de Ricardo, John Gray amplió la Doctrina sobre el salariodinero como realización del derecho al producto íntegro del trabajo, creada por Robert Owen, hacia un sistema coherente: después de haberse asegurado del tiempo de trabajo empleado, un banco central entrega certificados que se refieren a una hora laborada, un día laborado o una semana laborada, y los cuales tienen validez como orden de pago de un producto que requirió el mismo tiempo de trabajo. Esta equiparación consecuente del valor del producto con el tiempo laborado, contenido en cada producto, deduce de la teoría sobre el valor del trabajo la medida absoluta que
Ricardo buscaba. Y también concuerda con la teoría de Smith, quien dijo en su obra principal: “De iguales cantidades de trabajo se puede decir que en todos los tiempos y todos los lugares, siempre son del mismo valor para el trabajador.”
Sin embargo, 28 años después de Gray, Marx rechazó la absolutización del tiempo laborado como medida del valor, porque no convierte el producto del trabajo en mercancía en el sentido de la economía de mercado. Al principio, Marx comparó el tiempo de trabajo individual con el tiempo de trabajo socialmente necesario, quiere decir, el tiempo “para producir algún valor útil dentro de las condiciones de producción sociales existentes y con el promedio social de habilidad e intensidad del trabajo”. Sólo esto ya incluye una relativización del tiempo real laborado, la cual ahora ya no es la medida de valor directa objetiva. Para Marx, el trabajo humano es el “gasto de una fuerza de trabajo simple..., que en promedio posee todo hombre común..., en su organismo físico. [...] Un trabajo más complicado, sólo es considerado como un trabajo sencillo elevado a una potencia o, más bien, multiplicado, de manera que una cantidad menor de trabajo complicado equivale a una cantidad grande de un trabajo sencillo. La experiencia demuestra que esta reducción sucede constantemente... Las proporciones en las cuales diferentes tipos de trabajo están reducidos a trabajo sencillo como su unidad de medida, son determinadas por un proceso social a espaldas de los productores, por lo cual les parecen ser un resultado de la tradición”.
De esta manera, Marx regresa a Ricardo quien dijo al respecto: “Si yo..., me refiero al trabajo como la base de todo valor, y a la cantidad relativa del trabajo como base determinante del valor
relativo de las mercancías, entonces, no se debe suponer que no haya notado que es necesario comparar las diferentes calidades del trabajo y la dificultad entre el trabajo de una hora o de un día en determinada ocupación, y el trabajo de la misma duración en otra. La valoración que se les da a las diferentes calidades de trabajo, pronto se producirá en el mercado con una precisión satisfactoria para todos los fines prácticos. En esto, mucho depende de la habilidad del trabajador y de la intensidad del trabajo realizado. Una vez creada la escala, sólo sufrirá cambios mínimos.”
Sin embargo, esta escala (como el resultado determinado mediante un proceso social, según Marx) no es otra cosa que el “salario natural” que se ha formado “en el mercado”. Esto quiere decir que Smith, Ricardo y Marx no determinaron el precio de mercado de los bienes conforme a su valor expresado en tiempo laborado (o, ni siquiera lo midieron con él), sino señalaron el valor de los bienes como un resultado del tiempo laborado, en relación con los salarios vigentes en el mercado, y presentaron el resto que sobraba con este método, como renta y ganancia. De este modo, se había llegado a la más alta dimensión de la consecuencia teórica sobre el valor del trabajo, la cual era compatible con la continuación práctica de la economía de mercado no-equivalente y que también seguía practicándose en forma menos rigurosa en la economía planificada comunista.
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